top of page

La cordillera de los Andes se extiende por sudamérica como el negativo del cauce de un pedregoso río que desemboca en ambos extremos del continente. Esta serie de montañas  configura múltiples y singulares eventos naturales que, en el ámbito cultural, traducen en una una increíble diversidad de etnias indígenas que habitan (o habitaron) estas icónicas montañas. Los procesos de colonización irrumpieron en los tejidos culturales de estas etnias casi con igual fuerza a la que las montañas despliegan en el paisaje, transformando por completo muchos de las costumbres y tradiciones de los indígenas de los Andes.  Hoy en día de la diversidad de etnias andinas se habla en mucho menor grado y, como manifiestan estas fotos, quizás la diversidad se encuentra ahora en las formas que tomaron (y siguen tomando) los procesos de mestizaje, en los cuales es todavía posible encontrar huellas y vestigios de las culturas que alguna vez habitaron libremente esta cordillera, como también es posible encontrar esas nuevas expresiones mestizas, propias del indígena contemporáneo, una figura que todavía suscita dudas y controversia.  

La historia de los indígenas Kichwas (Quechuas), originarios de las regiones andinas que ahora son parte de Argentina, Bolivia, Perú, Colombia, Chile y Ecuador, tuvo un desenlace particular en cada uno de estos casos (no necesariamente acorde a las divisiones geopolíticas mencionadas), produciendo diversos matices del efecto del colonialismo y mestizaje en su cultura; matices que trascendieron la fisionomía y terminaron por evidenciarse en la complejidad de los procesos socioculturales que configuran la figura del Kichwa contemporáneo. Las fotos que acompañan estas palabras componen, en pequeña medida, un retrato de estos procesos, materializados en el caso de las Kichwas ecuatorianas en la evolución de prácticas como el bordado, con el que adornan ropas y textiles. En ellos se mezclan vestigios, huellas, indicios y augurios, de épocas pasadas, presentes y futuras.

Las mujeres Kichwa de esta región lideran de esta forma la lucha por la preservación de su historia y sus raíces, una lucha que ellas libran con una preocupación prácticamente maternal de su cultura. Con aguja, hilo, fortaleza e inteligencia han logrado crear las condiciones para dar vigencia a esta práctica en el mundo contemporáneo. Este proceso las ha llevado a buscar nuevas formas de manufactura y comercialización de sus bordados y tejidos, una búsqueda que evidencia la necesidad de un lugar para los indígenas en el mercado y en la sociedad contemporánea. Este lugar se ha rechazado históricamente por la tradicional discriminación y segregación que fomentan algunos sectores de las sociedades blancas, occidentales y mestizas; y también irónicamente por aquellos que dicen obrar en favor de la ‘preservación de su cultura’, dos caras de la misma moneda, dos perspectivas que tienen el mismo efecto: aislar al indígena.

¿Cómo criticar la búsqueda de los indígenas por encontrar una utilidad económica a sus prácticas ancestrales? Esta intención se construye en casos como este a partir de una realización: encontrar formas de provecho y sustento en las prácticas ancestrales es, de igual forma, encontrar formas para hacer perdurar estas tradiciones. Esta es una estrategia que el capitalismo ha forzado sobre las etnias que habitan este mundo, es una salida válida y necesaria a un problema que parece no tener solución perfecta.   

 

La búsqueda en este caso es de las mujeres, ellas son las responsables en estas regiones de querer contar y vestir las historias, en bordados y en palabras, como siempre lo han hecho.    En estas telas se perpetúan la narrativa y la estética tradicional Kiwcha, e incorporan también en ellas elementos de la occidental que llegó años después. Estas historias producen bordados mestizos, propios de una combinación forzada e inevitable. Las formas y motivos de los bordados siguen la narrativa intercultural, produciendo una iconografía que oscila entre dos mundos y estéticas, un fiel reflejo del proceso evolutivo de la la tradición y de quienes la practican. En Kiwcha, su lengua natal, hilo se dice “Q’aytu”; sus palabras e imágenes al igual que éste tejen cultura, la afianzan a la tela y al territorio.

bottom of page